dilluns, 23 d’agost del 2010

Solamente se trata de seguir


Aún tenia toda la Gran Vía por delante.
Ella era distinta, aún no lo sabia, pero tarde o temprano terminaría por darse cuenta. Estas cosas no pueden ocultarse mucho tiempo.
Le gustaba coger el autobús, sentarse al lado de una ventana y observar su ciudad. Como quería Barcelona. Fue su primer gran amor, y como todos los primeros amores le marcó para toda la vida. Pero extrañamente le gustaba aún más cuando los coches colapsaban la gran calle, y así obligaban al desplazamiento lento y monótono del vehículo. Observaba los conductores, los copilotos, los niños jugando en los asientos traseros. Se fijaba en cada pequeño detalle, lo retenía en su memoria, para luego olvidarlo.
Ese día, al volver del trabajo, dio un pequeño salto para entrar en el 56, saludó al conductor con amabilidad y eligió el sitio con las mejores vistas de la ciudad.
No parecía distinto, era un día más. De repente unos ojos azules cómo los suyos le retenieron la mirada. Fue muy rápido, un pequeño instante en que todo pareció detenerse. Los coches pararon, el autobús freno bruscamente, los peatones se inmovilizaron, hasta esa nube pareció detener un segundo su trayectoria. No supo contar lo que pasó, pero esa mirada le devolvió la vida, las ganas de volver a escribir, de volver a soñar, le devolvió eso que hacia mucho tiempo que había perdido. La confianza en si misma.

...


Eran jóvenes pero ella creía que tenían toda una vida por delante. En sus inicios todo había sucedido de manera muy rápida y turbia. No sabia cuales eran sus dudas, pero no podía dejar de dudar. Tenia miedo, y cómo reconoció al cabo del tiempo, lo hizo pagar con él... y además a un precio muy caro.
Pasaron unos meses de angustia, de dolor, noches entre llantos. Muy lejos el uno del otro,sin saber que un día,volverían a estar unidos.
Las hojas se secaron. Al poco tiempo Barcelona quedó cubierta por una espesa capa marrón que crujía al avanzar por las calles de la dormida ciudad. Pero el otoño pasó rápido, y con el invierno llegaron otras personas que ocuparon los brazos que una vez fueron sólo de ellos dos.
En los días de sol, aunque hiciera frío ella se sentaba en el parque, y pensaba que talvez había hecho bien en dejarlo, que al fin y al cabo si tomó esa decisión, por muy dolorosa que fuera debía de ser por algo, y sonreía al ver a las parejas pasear de la mano.
Pero si esos días de lluvia fría se quedaba en casa, no podía evitar abrir esa caja y detenerse con cada recuerdo, y así pasaba las horas, vaciando todo el líquido de su cuerpo, en forma de lagrimas poco a poco, con cada foto que encontraba.

En ese tiempo creció muy rápido. Su cabeza hizo un cambio que ni ella misma pudo siquiera comprender. De repente, sin saber porque lo vio todo muy claro.
Era el amor de su vida, y aunque nunca antes había retrocedido en una decisión tomada a conciencia, consideró que ese era el momento para la primera vez, y dejando el orgullo con el invierno decidió que debería intentar cambiar el rumbo de los sucesos. Aunque no lo consiguiera lo debía intentar.
"Él me quiere" pensaba cada vez que le asaltaba una duda, y así fue como los dos jóvenes, una bonita noche volvieron a unir sus cuerpos, compartieron todo su amor, se amaron como jamás lo habían hecho antes, se tocaban de un modo distinto, como si tuvieran miedo que al tocarse demasiado fuerte todo eso se estropease, y que descubrieran que al fin y al cabo todo era un sueño. Pero no, no lo era.
Se pasaron toda la noche abrazados, y con una perfecta unión formaron un solo cuerpo, que por aquel entonces creían imposible de romper.
No tardaron en llegar los problemas.
A veces, sola en casa pensaba en ellos. Y se repetía una y otra vez que seguramente habrían hecho algo mal en su vida, y que por eso, alguien, no sabia ni quería saber quien, les impedía que lo suyo funcionara.
Hay gente que dice que por encima del amor verdadero no se puede anteponer nada ni nadie. Quizás por eso, o talvez por miedo a lo desconocido, y la confianza que les daba conocer cada parte del cuerpo del otro, el significado de cada gesto, el pensamiento ante cada acción, sus vidas se volvieron a juntar.
"Esta vez es distinto" Ahora no podía evitar una sonrisa cada vez que sentada en su sitio del bus una pareja pasaba por delante de la ventana. "Estamos hechos el uno para el otro".


Esa noche gritó como jamás lo había hecho. Le faltaba el aire, pero aún así solo tenia ganas de echar a correr, no le importaba si se quedaba sin respiración. No le importaba morir. Ése verano, todo su cuerpo lloró como nunca antes había hecho.
Otras veces ella misma había decidido que seria mejor dejar la relación, pero ahora era distinto. Y no era distinto porque no había sido ella quien había elegido, era distinto porque se dio cuenta que todo lo que ella había creído estar viviendo era una farsa.
Cada te quiero que desprendió su boca, cada caricia que creó con sus dedos, cada beso por todo su cuerpo, cada noche que habían pasado juntos, cada amanecer a su lado, cada promesa de futuro, todos sus planes. Todo el amor que había creído se desvanecía de pronto, con el ultimo soplo de aire de aquella oscura noche de verano.
Era distinto porque por primera vez, experimentó en su propia carne lo que se siente cuando te das cuenta que una de las cosas más bonitas de tu vida era mentira.
Así que la noche en que lo supo, de repente, se dió cuenta que a partir de ese momento empezaba otra etapa en su vida. Tendría que seguir adelante sola, y sabia que le seria difícil volver a confiar en alguien.



...



Ese día, al ver esos ojos azules tan llenos de vida, se dio cuenta de la suerte que había tenido que la vida le brindase esa oportunidad, la posibilidad de darse cuenta que debía acabar para siempre con ese pasado.
A fin y al cabo ella era distinta, y se dio cuenta a tiempo de la persona que realmente había tenido a su lado.
Ese día, al sentirse deseada otra vez, recuperó la confianza en si misma, y se juró que jamás dejaría de creer en el amor, por el simple hecho de que un hijo de puta le jodiera una vez la vida, eso si que no. Ella se merecía un cuento de hadas, como el que siempre había soñado. Y si, lo tendría algún día, no tenia ninguna duda.
Ese día al subir al bus, no solamente se alegró al ver que tenia toda la Gran Via por delante, sino porque además, también tenia toda una vida, toda su vida, y no pensaba malgastar ni un sólo segundo más.

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